Cultura fósil y keynesianismo: una crítica

Viento Sur, nº 174, 2021, pp. 57-65.

El keynesianismo fósil es indisociable de mutaciones geológicas y geopolíticas como la sustitución del carbón por el petróleo en tanto fuente primaria de energía. Esta decisión tuvo un contenido sociopolítico que ha sido descrito por autores como Timothy Mitchell. El poder acumulado por el movimiento obrero hasta el umbral de la Segunda Guerra Mundial se relacionaba con la capacidad que este había tenido para detener los flujos de la producción capitalista, a través del sabotaje de la extracción de carbón en las minas nacionales o de las calderas de las máquinas de vapor en las fábricas industriales. La relativa autosuficiencia energética de los países desarrollados se vería entonces suplantada por una dependencia respecto al petróleo que deslocalizaba en terceros países la producción de crudo (más fácilmente transportable que el carbón) y restaba poder de negociación al movimiento obrero. Por otra parte, Mitchell describe la paradoja por la cual la constitución misma de los instrumentos económicos de la posguerra (en particular, del PIB, sobre el que se basaría la contabilidad financiera nacional) se hizo posible gracias a la exuberancia energética provista por los combustibles fósiles: la abstracción de las ecuaciones económicas se basaba así en una ilusoria proyección que daba por sentado el carácter inagotable de su base material hidrocarbúrica. Este artículo analiza algunas de las repercusiones de esas transformaciones en el campo cultural y la cultura material de vida de la posguerra.

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