
Este texto plantea un acercamiento materialista a la tecnología del súper 8 en el contexto de la modernidad fósil, que se desarrolla en dos partes. En primer lugar, se enmarca al súper 8 como una herramienta que opera a tres niveles distintos de significación cultural y económica: la relación de (des)equilibrio que se produce entre su proceso de producción y distribución y el medioambiente, su crecimiento a lomos de la expansión de la economía del plástico por todo el mundo, y su conexión genealógica con el dispositivo de autoconstrucción identitaria y memorialista ideado por Kodak a finales del siglo XIX. En la segunda parte del artículo todos estos marcos de análisis y las reflexiones que encierran aterrizan sobre la experiencia concreta de la Association pour le jeune cinéma québécois, su práctica y sus ideas acerca de las posibilidades del súper 8 a la hora de desarrollar una práctica cultural verdaderamente democrática y popular, al tiempo que habilita el desarrollo identitario del Quebec en el contexto de la post-crisis energética de los años setenta.
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